sábado, 26 de enero de 2013

Dave Grohl, más grande que el mito


Si alguna vez me dieran a elegir la banda sonora para cada una de las etapas de mi vida, diría sin vacilación que durante mi adolescencia fue Nevermind de Nirvana. Para mí la música tomó otro rumbo cuando escuché el álbum completo a los 12 años, a pesar de que Kurt Cobain llevaba un buen tiempo de estar muerto. La nostalgia de no haber vivido ese momento y de haber llegado tarde me sumió en una melancolía que creo que me marcó musicalmente por mucho tiempo.

En ese transcurrir de los años dolientes, escuché canciones de tiempo pasados y me quedé inmerso en la que aún sigo considerando como la última contracultura del rock, el grunge. Sin embargo creo que en todo ese proceso siempre menosprecié lo grandioso que es como músico Dave Grohl. Siempre lo consideré una parte importante de Nirvana, ya que había sido el único baterista en consolidarse con la banda, pero observé con ojos distantes a Foo Fighters y nunca comprendí su capacidad hasta que me di a la tarea de escuchar de principio a fin su último álbum Wasting Light

Sé que llegue un poco tarde a esto, ya que el álbum salió en el año 2011 pero recuerdo que lo escuché apenas salió y solamente me gustó una canción, la segunda titulada Rope. No le di más oportunidades y lo olvidé hasta que en el 2012 observé como le otorgaban el premio grammy como mejor album rock. Me extrañó que en una época de bandas orgánicas, jóvenes, indies y demás adjetivos frescos, un viejo zorro como Grohl se llevara todo ese reconocimiento. Por lo tanto volví a escuchar el disco y comencé a comprender cómo echaba de menos esos sonidos pesados, esos gritos agudos y el sonido de una buena batería.

La verdad es que el ocaso de la industria y esta nueva era del do it yourself nos han acostumbrado a un rock un poco más suave, donde los rockstars se esconden bajo el halo de chicos nerds con barbas de una semana, peinados a medio hacer, pantalones entubados hasta cortar la circulación y un sabor a refrito en la boca de los oyentes. La verdad es que este último álbum de Foo Fighters significó el establecimiento de ellos como una banda de rock de grandes ligas, cuando algunos hablan de la verdadera esencia del rock en bandas como Black Keys, no se percatan de la importancia de personajes en la música como Dave Grohl.

Creo que no hay una formula puntual para el éxito pero algo cierto es que la colaboración entre Butch Vig y Grohl era algo que tenía que terminar en un buen producto. Sobretodo pesa mucho el bajo de Krist Novoselic en la canción I should have known, las líricas de Bob Mould en Rosemary y el regreso de Pat Smears a la banda. Además el hecho de haber grabado todo en cinta sin Pro Tools y en el garaje de la casa de Grohl, hicieron definitivamente que este proyecto se convirtiera en algo épico. 

Al ver el documental Back and Forth me percaté de la tenacidad que ha tenido Grohl y que su vida no acabó con el suicidio de Cobain en el 1994 sino que lo inspiró a hacer algo mucho mejor. Es increíble como alguien se repone de un golpe tan duro y a su vez se lanza a iniciar un proyecto propio. El hecho de enterarme que Grohl le dijo no a Tom Petty y que haya grabado él solo todo el álbum debut de los Foo Fighters me demuestra su virtuosismo.

Todos estos aspectos me han hecho ver a Foo Fighters desde otro ángulo. Alguna vez Andrew Oldham me dijo que era mejor creer en el mito de las cosas más que en la verdad, un fanático jamás debe preguntarse por ejemplo si Cobain realmente se suicidó o lo mataron. Algo que definitivamente queremos creer los verdaderos fanáticos de Nirvana es que realmente tuvo la decisión de acabar con su vida y no terminar supuestamente vendido a la industria. Ese es el mito.

Ahora para mí Dave Grohl va más allá y ha hecho algo que se ha ido instaurando en el tiempo casi que sin percatarnos. Su banda tiene una discografía amplia y acabó de firmar quizá el mejor álbum de todo su repertorio. 

No tengo que hablar más del hombre que también sigue colaborando con Queens of the Stone Age y Them Crooked Vultures. El baterista extraordinario que también compone y ha sido el cerebro de una de las bandas decanas del rock actualmente. Me parece triste que me haya tomado tanto tiempo percatarme de este asunto, pero nunca es tarde para darle el crédito. Definitivamente es mejor cuando se cree en el mito, pero resulta más gratificante cuando de ese mito surge otra leyenda. 

domingo, 11 de noviembre de 2012

La muerte de Nancy Clutter


En agosto del 2008 me encontraba cursando el quinto semestre de mi carrera cuando en ese momento Nicolás Vallejo-Cano, profesor de la cátedra "Textos de ficción", nos pidió que nos pusiéramos en los zapatos de alguno de los personajes de la obra "A sangre fría" de Truman Capote. La idea era recrear y narrar el momento en que eran asesinados. En su momento pensé que fue un buen escrito. Lo acabo de encontrar y después de algunos arreglos aquí lo publico.


El vestido rojo de terciopelo estaba colgando afuera del armario, lo observé detalladamente y me sentí orgullosa de aquella confección. Nunca creí ser tan buena modista, aunque de verdad aquel vestido reflejaba lo mejor de mi creatividad. Así sucedía con muchas otras cosas. Mis tartas de cereza habían ganado premios y eran las favoritas de muchos, pero a la larga a mí no me terminaban convenciendo de la misma forma que a la joven Jolene Katz esa misma tarde.
 
Recogí los mocasines negros para colocarlos debajo del vestido y decidí ir al baño para iniciar mi ritual de vanidad. Me lavé los dientes esa noche, cómo mamá me había enseñado, eso me desanimó un tanto, siempre sucede. Lavarme los dientes me remonta a la infancia con Kenyon, cuando mamá todavía nos cuidaba y nos instruía. Hay una imagen en particular que no se me olvida y es la de nosotros dos frente al espejo del baño y mamá detrás indicándonos qué movimientos darle al cepillo para limpiarnos mejor. De todos modos, no me dejé embargar por la tristeza y saqué mis cremas y tratamientos faciales. Lavé mi rostro con el jabón de avena y tomé más o menos una media hora nutriendo de cremas mi cutis. Al salir del baño me percaté de la hora, eran las once y media pasadas y debía dormirme pronto, pues tenía que madrugar para ir a la iglesia al día siguiente.
 
La casa se encontraba en total silencio, a ello estaba acostumbrada, porque a esa hora yo creía que era la única que se encontraba en vigilia. Luego de mis cien cepilladas saqué mi diario y escribí lo que había acontecido durante el día. No pasó mucho tiempo cuando me arrodillé frente a la cama y empecé a rezar. En esos momentos me pareció escuchar la voz de papá, no sé porque enseguida mi corazón empezó a latir más fuerte por lo que corrí hacia la puerta y apoyé mi oído sobre esta. No alcancé a abrir cuando escuché a papá gritar que todo estaría bien y oí unos pasos por la escalera. En ese instante me percaté de que alguien más estaba en la casa y entonces me apresuré hacia mi cama. Como me encontraba rezando no había tenido tiempo para quitarme la bata y me metí entre las cobijas. Sabía que iban a entrar a mi alcoba y por eso escondí mi reloj en la media. Me daba mucho susto perder una de las cosas que mas apreciaba, pero nunca en esos momentos pensé en la muerte.
 
La puerta del cuarto se abrió y vi la figura de un hombre pequeño. Tenía en sus manos un cuchillo y una soga. Se me abalanzó y me ató de las manos y los pies. Intenté forcejear hasta cuando el tipo me calmó y me dijo que todo iba a estar bien. Tenia una voz suave y me gustaba la forma como se expresaba, creo que eso hizo que me sosegara rápidamente. Me amordazó y me dejó en la cama arropada. Sólo la luz de la mesa de noche estaba encendida y por eso no pude ver muy bien su rostro. Al salir del cuarto el tipo apagó la luz y me dejó acostada en una oscuridad absoluta.
 
Fui escuchando como otros pasos inundaban la casa no sé con certeza, aunque diría que había uno o dos más. Me encontraba calmada y rezando, hasta que escuché el primer disparo, fue allí cuando pensé en mamá, el rostro de ella se me vino a la cabeza y presentí que le habían disparado. Sin embargo, el segundo disparo me hizo entrar en desesperación. Intenté desatarme pero no podía me movía de un lado para otro, aún así no lograba salir de la cama. Las lágrimas salían de mis ojos, sin saber si eran de miedo o de la fuerza que me encontraba haciendo.
 
Entonces el mismo hombre entró a la habitación, en esta ocasión traía consigo una escopeta, me agarró fuertemente y me acostó de espaldas a él. Me quitó la mordaza y rogué por mi vida. El tipo tenía una expresión inocua y sólo me dijo que pensara en algo bonito. Logré escuchar el ruido del disparo, fue extraño porque el ritmo del tiempo pareció tensarse. Así pude pensar en Bobby. Me imaginé con él en una casa, los dos juntos mientras yo peinaba sus rizos rubios y le decía a esos ojos azules lo mucho que lo amaba. Era una escena hermosa hasta cuando Bobby se empezó a poner muy viejo. El cabello se le iba y en su cara aparecían arrugas, sus ojos se tornaban más pequeños y ahora unos lentes aparecían en su rostro. Era como si viera una foto, ya no estaba él conmigo. Intenté tomar su mano y en ese preciso momento Bobby me dijo: “Lo siento Nancy, tú no envejeces”. Al filo de sus palabras las balas penetraban mi cabeza y la sangre salpicaba la pared. Al final sólo había seguido el consejo de mi asesino. 

Por: Guillermo Palacio.

sábado, 16 de junio de 2012

La lírica oculta en el indie rock


   "Pregúntate si eres feliz y dejarás de serlo", una frase de John Stuart Mill que colgaba en el viejo salón de filosofía de mi colegio. Prácticamente así me sucedió con la canción Pump up Kicks de Foster The People, sólo fue que alguien me preguntara si sabía lo que traducía la letra de la canción para que dejara de escucharla. Ingresé a buscarla porque la verdad a pesar de hablar inglés, no entendía mucho lo que decía el cantante y tampoco podía descifrar qué traducía el título. Luego de una pesquisa en internet me encontré conque el término Pump up Kicks es utilizado para referirse a un calzado sofisticado, igualmente supe que el personaje principal de la canción, Robert, es un adolescente socialmente rechazado que tiene claras intenciones de disparar con un revólver a todos sus compañeros de colegio. La letra es explícita, a excepción del término callejero que la puede hacer difusa e inentendible para muchos, el coro claramente dice que todos los chicos finos, por así decirlo, o aquellos que presumen de tener el dinero para comprar zapatos costosos deben correr del arma de fuego de Robert, deben correr más rápido que las balas que va a disparar. Sin embargo a la gente parece importarle un bledo lo que dice o no quieren entender el verdadero significado. 
  Hace unos años, Pearl Jam hizo algo similar con su canción Jeremy, la cual fue plasmada también en un video supremamente bueno, repleto de mensajes contestarios y más que una simple canción era una clara afrenta contra los hogares rotos, las relaciones familiares, los adolescentes desvirtuados y la violencia que esto podía desencadenar. Aunque me asombro ante la buena lírica que tiene Pump up Kicks me decepciona que prime en los bailes de las discotecas y fiestas actuales, asimismo el videoclip no es coherente con la letra de la canción y solamente muestra a los integrantes tocando y haciendo payasadas, en pocas palabras pareciera que ahí quisieran que acabara todo. Me parece que el mensaje pasa desapercibido y no entiendo qué se quiere lograr con esto, ya que la carga política de la música y las denuncias que se pueden reflejar en ella han sido el alma del rock a través de su historia, pero cuando me encuentro con estas bandas que han devenido en lo que se ha denominanado indie, me desilusiono.
   También hace más o menos un mes Passion Pit, otra banda del llamado indie rock, lanzó el primer sencillo Take a Walk de su segunda producción discográfica, esta canción tiene sonidos bastante movidos y es bastante pegajosa, tan es así que ya está sonando en radio colombiana cuando ni siquiera ha salido a la venta el álbum. Muy seguro ya se baila en las fiestas y la gente grita cuando la ponen, pero lo que más me llama la atención es que sucede algo similar a la canción de Foster The People. La letra hace alusión a la crisis financiera vivida en los Estados Unidos desde el año 2008 y las luchas de la clase media por permanecer a flote y mantener su estilo de vida. Un inmigrante trabajajador que toda la vida ha luchado por ganar dinero y traer a su familiar al país pero que no lo logra, un hombre que pierde el dinero que ha ahorrado toda su vida para su pensión y un hijo adulto que recurre a pedir dinero a su padre, son temáticas evidentemente acertadas ya que son situaciones que están aconteciendo en este momento en los Estados Unidos. El término Take a Walk es ambiguo ya que puede siginificar darse un respiro de todas esas presiones económicas que lo aquejan o igualmente referirse al suicidio, no obstante lo importante es que la misma banda ha expresado la intención de mostrar sus maneras dicotómicas en este nuevo trabajo musical, es decir la intención de otorgarle unas melodias azucaradas y agradables al público para disfrazar los mensajes que van incrustados en la lírica. A pesar de esto y de la buena vibra que siento porque realmente esa sea la intención de Passion Pit me quedan muchas dudas sobre el asunto. El indie rock es un tanto hipócrita porque impone melodías para bailar en las discotecas y que suman ventas, pero no les interesa seguir esa línea contestaria a pesar de que la letra en sus canciones tiene un mensaje político y social fuerte. Lastimosamente creo que la mayoría de bandas de esta nueva tendencia estilo MGMT, Foals, Two Door Cinema Club, entre otras, se están quedando en los sonidos y están dejando a un lado el mensaje. Será que debo remitirme a McLuhan y pensar en que el medio es el mensaje, pero ni de esa forma es posible porque no le veo nada contestario a la banda. A simple vista son otras de las bandas hipsters que están sobrevalorando la intención de no pertenecer a lo mainstream.
   De todos modos, me sorprende que las personas se hagan los sordos y no quieran escuchar lo que realmente dice la canción, por eso espero que muchos se acuerden de John Stuart Mill cuando anden en una fiesta bailando uno de estos tantos temas. Antes de pensar que estas melodías azucaradas le están hablando de cosas felices, préstenle mucha atención a lo que realmente están escuchando. 

viernes, 12 de agosto de 2011

El Siencio Interrumpido


Recuerdo que tenía trece años cuando mamá me dijo que no debía acercarme a la residencia de la señora Harris. Todo se debía a que un diciembre había desbaratado un Papá Noel decorativo en su puerta y había asaltado con mi pistola de balines un mono de nieves que colgaba de su ventana. La señora Harris se había exasperado tanto que mamá creyó que le iba a dar un paro cardíaco en la puerta de nuestro apartamento. La verdad era que en el edificio de la calle 92 nadie quería a la señora Harris y se había convertido en el ser abominable del vecindario.

No se sabía quién era su familia ni de dónde provenía su dinero, pero todo el mundo creía saber el porqué se había quedado soltera. Los guardianes del barrio odiaban encontrarse con ella y escuchar una y otra vez los insultos por un robo menor o un acto vandálico que había ocurrido. En nuestro inmueble no habían celadores y sólo había un citófono eléctrico que anunciaba a quien arribaba. Sin embargo, muchos bromeaban que de haber celadores todos hubieran renunciado por los cuidadosos gritos de la señora Harris. Incluso las señoras del aseo se escondían de ella y preferían ir en horas de la noche para evitarla, eso sí la señora Harris era un vampiro inverso. Se asomaba en la alborada y se ocultaba en el crepúsculo de la noche.

La señora Harris parecía no agradarle a nadie. Una vez mamá me hizo correr hasta el parqueadero cuando escuchó los tacones de la señora Harris por las escaleras. Mamá prefería salir huyendo a tener que escuchar sus recriminaciones. Papá se reía y nos alertaba de no fastidiar a su alrededor, pero mamá le reprochaba que él no pasaba el tiempo suficiente cerca de ella. Papá decía que solía toparse con la señora Harris en las mañanas cuando bajaba a encender el automóvil y era muy cordial con él. Ni mamá ni yo creíamos en esa historia, en el fondo sabíamos que papá corría cuando una amenaza de aparición de la señora Harris se avecinaba en el panorama.

Con los años las visiones de la señora Harris fueron disminuyendo y las personas de nuestro bloque se fueron mudando. Mis padres decidieron quedarse porque habían terminado de pagar las cuotas del apartamento y no deseaban endeudarse, además su edad de retiro laboral estaba cerca. En cuanto a mí, la vida me hizo crecer y salí del país. Mis estudios en psicología me llevaron a emigrar a España y mis padres quedaron envejeciendo en la unidad familiar de la calle 92. Con el tiempo hablaba mucho con mamá por teléfono, a veces le preguntaba hasta por el perro viejo que se orinaba en los arbustos de nuestra avenida, pero con el trascurrir de los días descubría que me quedaba sin palabras y hasta se me olvidaba quiénes eran las personas de mi vecindario.

Al poco tiempo, muchos de mis recuerdos de infancias se fueron extinguiendo y personas nuevas llegaron al lugar. Como si fuera un acto de madurez, el edificio se volvió un sitio que albergó a parejas adultas pensionadas con hijos en el exterior que los visitaban de vez en cuando. Papá me decía que acaba de conocer a un nuevo vecino y al poco tiempo mamá me contaba que habían salido a cenar y estaban planeando un viaje. Yo al contrario, me encontraba en un viejo apartamento pequeño cerca a la Universidad de Madrid, era un complejo de estudiantes y en ocasiones el silencio era tan ausente que tenía que usar mis audífonos para aislar el ruido y estudiar. Por esa razón fue que un día me acordé de la señora Harris, sí ella hubiera habitado este edificio tal vez existiría un poco de armonía para vivir. En ese instante me percaté de que había ignorado por completo lo que había sucedido con ella.

Al día siguiente llamé a la casa de mis padres. Mamá contestó pero estaba concentrada en una pequeña reunión que tenía con unas amigas. Me preguntó por mi trabajo, por mi tesis y por aquel viaje a Francia que le había mencionado. Me advirtió que era un total desagravio si no visitaba a mi primo en Paris, al mismo tiempo que hablaba con sus amigas y reía a carcajadas. Intenté esquivar las preguntas de mamá y noté que estaba un poco tomada, desistí preguntarle por la señora Harris y al final se me olvidó.

Los calendarios se fueron corriendo y mi vida se asentó en Alemania. Entré a trabajar en proyectos con la Colegiatura de Düsseldorf y conocí a una mujer que me enamoró y me llevó a una unión libre. Mis padres no querían visitarme y odiaban que yo no fuera a ser bendecido por el rito católico, pero la verdad es que la edad me había convertido en un católico reticente y no practicante. Además mi mujer era protestante, la verdad es que en cuestiones de religiones me pierdo, por esto fue que decidí armar un viaje para visitar a mis padres. Deseaba que vieran lo bien que estaba y conocieran a la que sería la madre de sus nietos. Les avisé con seis meses de anticipación y ellos decidieron realizarles una reformas al apartamento decían que debían arreglar un cuarto para nosotros. Para mamá era un pecado que durmiéramos juntos en la misma habitación sin haber sido bendecidos por un cura, pero al final ella no podía hacer nada.

Llevaba diez años sin volver a mi país. Al principio de estudiante viajaba mucho a visitar a mamá y papá, con el tiempo mis visitas fueron escasas y después decidí no volver para obligarlos a que me visitarán. Sus incursiones al viejo continente fueron muchas durante los primeros cinco años, después cuando emigré a tierras teutonas me dejaron de visitar y preferían irse a conocer los países del litoral Caribe. Cuando me asenté con mi mujer, ya no quisieron verme más y fueron ellos quienes parecían presionar por mi visita.

En al aeropuerto nos recibieron con una calurosa bienvenida. Mamá me plantó un beso y papá un abrazo. Les presenté a mi mujer y ahí quedó todo el resentimiento que sentían por ella. En el carro de ida al apartamento iba contemplando los cambios que habían ocurrido en la ciudad desde la última vez que visité a mis padres. El edificio de la calle 92 estaba igual, parecía estar cubierto por una capa fuerte de formaldehído que no permitía su desintegración, aunque tampoco su evolución. La avenida en que vivían mis padres estaba repleta de torres y rascacielos de oficinas. Las casas y edificios familiares se habían esfumado como mis viejas amistades, pero el viejo edificio de la calle 92 estaba erigido y bien cuidado.

La semana que pasé en la casa paterna fue un poco reconfortante. Las relaciones entre mis padres y mi pareja estaban mejor que nunca y mamá iba a prepararnos una cena muy especial durante la última noche de nuestra estadía. Un cordero al horno junto con un puré de papas y una botella de vino adornaron la comida familiar. Como siempre mamá fue impertinente y preguntó cuándo iba a ser abuela. Mi padre intentó calmarla. Al final reímos todos, un poco nerviosos, yo sabía que no quería hijos por ahora. De repente no sé por qué se me vino a la cabeza la señora Harris. Mamá no recordaba muy bien, papá decía no haberla conocido. Luego de un largo rato ambos quedaron consternados porque no conocían con certeza qué había sido de esa señora.

A la mañana siguiente tomé mis maletas y salí de nuevo para Alemania me fui pensando en la suerte de la señora Harris y dejé a mis padres con la inquietud también. El día fue una jornada completa en el aire. Hicimos escala en España y de ahí tomamos un vuelo a Düsseldorf donde tuvimos que tomar un tren hasta nuestro pueblo. Llegamos casi a la medianoche y con un cansancio inexorable. Dejé el equipaje en la sala de la casa y comencé a revisar si todo se encontraba en orden. En ese instante vi que teníamos un mensaje en el contestador automático. Presioné el botón y escuché la voz de mi madre. Decía que debía llamarla urgente, era un asunto muy preocupante. Tomé el teléfono y marqué.

Repicó una sola vez y sentí que contestaban con apuro. Mamá gritó y me dijo que había sido horrible. Le pregunté insistentemente qué había pasado, pero no lograba calmar su llanto. Al principio pensé que papá estaba enfermo o en el hospital pero al rato sentí que él la calmaba y pasaba el teléfono. Me contó que la señora Harris estaba muerta. Su apartamento llevaba quince años cerrado y al abrirlo sólo habían encontrado un cadáver esquelético postrado en el piso de la cocina. Nadie se había percatado de que la señora Harris se había muerto y como ella no se hablaba con su familia no habían podido seguirle la pista. Según la autopsia había sufrido infarto y ni siquiera había tenido tiempo para alertar a los vecinos. Se había muerto silenciosamente y nadie se había percatado.

Mis padres fueron interrogados por la policía. Al parecer eran los únicos residentes actuales del edificio que la recordaban. El banco dijo que la cuenta de la señora Harris se encontraba activa porque todos los meses le consignaban sus cheques de pensión. Además ella había arreglado con una empresa el pago de sus recibos por los servicios públicos y ésta seguía pagando por ellos. Se revisó que nunca le habían suspendido la electricidad ni el agua. El apartamento se encontraba intacto a excepción de algunas cosas que habían sido invadidas por el moho y el polvo. La señora Harris vivía dos pisos arriba de mis padres y nunca nadie había sido capaz de preguntar por qué aquel apartamento permanecía inhabitable. Ya no habían niños traviesos que por curiosidad molestaran e hicieran preguntas incómodas. Tal vez yo fui el último infante de ese edificio que molestó a la señora Harris.

Al día siguiente papá contó que había ayudado a desocupar el apartamento, entre las cosas se encontró con una caja que decía Navidad. La abrió y una nube de polvo se le metió por las fosas nasales asfixiándolo por unos segundos. Al cabo de un rato metió su mano y sacó un muñeco de esos que se cuelgan en la ventana, era un mono de nieves y estaba lleno de agujeros.

Por: Guillermo Palacio Mariño

domingo, 23 de enero de 2011

El paraíso perdido


Fue en una materia de literatura de la universidad llamada "El amor en la literatura" donde aprendí y entendí aquellos arquetipos jungeanos que mi primo, un neuropsicólogo, me explicaba cuando veíamos juntos "El Señor de los Anillos". La verdad es que en aquel momento comprendí que simplemente todos nos basamos en complejos y traumas, además que ningún ser sobre la faz de la tierra es una persona cuerda. Puede parecer puro palabrismo pero bueno esta semana al enterarme sobre el suceso que ha causado conmoción en la industria de la moda y editorial en Francia he podido comprobar esa plana teoría. Sinceramente tengo varios sentimientos encontrados de acuerdo a la publicación de Vogue Cadeaux que va de diciembre 2010 a enero del 2011. La verdad es que en ella se pueden apreciar las fotografías de una niñas bastante pequeñas que emulan las poses adultas de cualquier modelo. Al observarlo sólo puedo ver una mirada tibia de extrañeza ante lo que se encuentran representando estas niñas y el impacto que me puede generar verlas maquilladas con prendas muy femeninas y provocadoras. Esta publicación que podría posar de ser una edición erótica para pedófilos, aunque prefiero no tocar ese argumento debido a que me parece insulso y un poco morboso. Sin embargo si deseo pararme a favor de la niñez y de la importancia de pasar por este proceso en cualquier desarrollo normal humano.


El 'paraiso perdido' además de ser una obra del poeta John Milton es también uno de los arquetipos más comunes en los adultos de hoy en día. Aquellos que aquejados por los problemas cotidianos y demás responsabilidades que la madurez va exigiendo comienzan a extrañar el desapego material, la ignorancia y la felicidad de la temprana edad. Por eso la metáfora que presenta la Biblia es estupenda, en ella Adán y Eva son despojados de su paraíso y conllevados a trabajar y ser responsables pero esa no es más que la plena transición que se plasma en la vida adolescente. Aquellos aspectos que nos permitieron ser libres y tranquilos se añoran cuando debe uno valerse como persona. Igualmente sucede con los niños a los que se les fuerza a madurar y se les obliga a ocupar posturas que no van de acorde a su edad mental. Lo elemental de unos padres o tutores es transitar al niño a lo largo de su crecimiento y prepararlo para lo que se avecina, pero no lanzarlo al mundo tan rápido o su adaptación podría llevarlo a la destrucción. O qué me dicen de aquellos niños que se enfrentaron a la fama y que maduraron temprano por ser actores o músicos infantiles, ellos terminaron en adolescencias complicadas y entraron a la adultez a patadas a pesar de que se veían mucho más maduros que los niños contemporáneos a ellos. Yo recuerdo que tenía unos 7 años cuando me vi "Home Alone" con mi mamá. Al ver las escenas del pequeño Macaulay Culkin mi madre me decía: "¡Si ves a esa edad y todo lo que hace!" Más adelante ella misma vería la consecuencia de un niño tan precoz.


Hace poco conocí también a otro niño de unos catorce años. No puedo decir el nombre porque es un corredor de autos muy reconocido en Europa y Asia, pero lo que más me impactó es que es una persona formada mucho en su carácter por otras personas y además lleva montado en un carro desde que tiene 3 años. Nunca se ha detenido en su preparación y espera algún día llegar a la Fórmula 1. No obstante es un niño que no ha tenido una infancia normal y que no ha podido disfrutar de las oportunidades de desenvolverse en los ambientes en que los niños aprenden las lecciones básicas de la vida por cuenta propia. Este joven al ser entrevistado por los medios de comunicación destila un seguridad y una decencia impecable, características que son imperceptibles en muchos niños de su edad. En la pubertad y la adolescencia se debe aprender a fallar y caer, pero no se deben aprender las cosas como si fueran un guión o texto, la vida se aprende a vivir cuando se experimentan todas sus consecuencias y desagravios.


Dejando a un lado también la controversia que genera la colaboración del diseñador Tom Ford junto con su amiga Carine Roitfield quienes se hicieron célebres también a finales de los años noventa por su trabajo en la casa de modas Gucci y el impulso que le brindaron con su tendencia porno femenina. Estos aspectos son importantes y al final puede ser considerado como un trabajo netamente artístico, pero la verdad es que sólo pienso a largo plazo lo que podría suceder. No es de pronto la intención directa de ambos diseñadores, pero muchos otros podrían copiar su modelo y comenzar a utilizar estas pequeñas niñas en sus campañas. Lo que mas me preocupa es su vivencia dentro de su paraíso y la posible salida de éste, ya que cuando sean adultas van a añorarlo tanto y es imposible volver a ingresar. Una vez salido de los brazos de aquel espacio la vida comienza a tener un sentido diferente y la infancia no se vuelve a vivir por más de que los modernos psicólogos hablen de un renacer en cada etapa de la vida mediante al paso del tiempo. Sinceramente, todo debe tener su momento y las cosas deben suceder a su debido tiempo por más Chic que parezca.

sábado, 25 de diciembre de 2010

El temporal


 Las piezas encajaban como fichas de un rompecabezas, Bernardo tenía la certeza de que más allá de las conspiraciones y demás tramas armadas dentro de su cabeza, el suceso en que se había visto involucrada su esposa era otra de las tantas señales que había obviado en su vida. Tal vez había sido la copa de vino derramada durante la ceremonia en el blanco vestido de la novia o la extremada aceleración de un tic nervioso en su ojo. Desde el principio supo que la mujer que había tomado como compañera para toda la vida no era la indicada. Nunca la había amado, pero todos los días pretendía hacerlo. Y ahora estaba ante él, aquel pequeño ser humano que le robaba la cuchara y la golpeaba contra el plato de comida. Su reacción fue alejarse y subirse las mangas de la camisa mientras sostenía el teléfono con la mano derecha. Se dejó caer en una de las sillas del comedor y habló con el sheriff del condado. Éste le estaba comunicando que en ese mismo instante un patrullero de Forth Bend se dirigía hacia su casa con la intención de recogerlo para llevarlo al lugar de los hechos. Debía reconocer si en verdad el vehículo que se había deslizado por el puente del Oyster Creek era el de ella. Los primeros reportes hablaban de un acompañante masculino en el puesto del conductor. Una pareja de ancianos retirados estaba esperando en el lugar para testificar cómo el automóvil había rodado hacía la quebrada pegado a una gran capa de hielo negro. El límite de velocidad en ese tramo era de 65 millas por hora, pero todo parecía indicar que conducían a más de 120 al momento del impacto. Los primeros equipos de auxilio que habían arribado no alcanzaron a sacar los cadáveres, se necesitó de una llave maestra para retorcer la lata de la camioneta y sacar unas masas congeladas y deformes de aquella máquina alemana. Las bolsas de aire no se habían activado porque ninguno de los dos llevaba puesto el cinturón de seguridad y lo único identificable en el auto eran una bolsa para llevar de Jack in the box y un vino tinto californiano.

 Comprendió que su matrimonio había terminado, sin embargo para él todo había sido una farsa completa. Se levantó de la silla y agarró la cuchara que el bebé le había rapado minutos antes. Tomó la compota de zanahoria que había guardado para el final de la comida, le levantó la tapa y limpió la cuchara con un trapo antes de introducirla en el tarro. Limpió con un paño húmedo los restos de comida que le habían quedado en la boca y manos al niño, le quitó el babero y luego lo levantó. Tomó de nuevo el teléfono y llamó a la vecina, le contó brevemente sobre el acontecimiento de una calamidad familiar, pero no le dijo la verdad, le pidió el favor de hacerse con el pequeño mientras regresaba. Subió las escaleras le cambió la ropa, le armó una maleta improvisada con un par de pañales y una piyama. Cuando se encontraba cambiándolo de vestimenta, el timbre de la puerta sonó, alcanzó a ver por la persiana del cuarto que la patrulla estaba estacionada en la entrada de garaje. No se apresuró, espero a peinar al bebé y se acordó de algo que había dejado en el cajón de la mesa de noche. El timbre había sonado por lo menos tres veces y ahora el teléfono estaba repicando. Se colgó en el hombro derecho la pañalera y cargó al bebe con su brazo izquierdo. Sintió que el celular en su bolsillo estaba vibrando, pero al entrar a su cuarto decidió botarlo sobre la cama. Abrió la gaveta y encontró el paquete de Camel que había guardado por un año. Los tomó y bajó las escaleras. El oficial Mike Waite había entrado por el patio trasero y se encontraba golpeando la puerta de la cocina.

 Bernardo salió por la puerta del frente y se dirigió a la casa de al lado para dejarle al bebé a Virginia Willows, su vecina. El oficial salió corriendo hasta la patrulla cuando escuchó como se cerraba la puerta principal de la casa y justo en ese momento se percató de la conversación entre ambos vecinos además de la entrega del bebé. El oficial entró al vehículo y lo esperó. Virginia, no había hecho preguntas pero era imposible notar el desconcierto de su rostro. Terminó de darle unas instrucciones y se despidió como si nada grave estuviera sucediendo, mientras caminaba con sigilo hacia donde estaba el policía. 


 El oficial Waite fue muy acertado en no musitar palabra y le ofreció un encendedor apenas observó que sacaba un cigarrillo de su cajetilla. Durante todo el camino ambos posaron sus miradas sobre el paisaje que se venía aproximando, aunque para Bernardo era más que un recuerdo de la cotidianidad. Los lugares se aparecían como recordatorios de su vida y de la rutina diaria que llevaba a cabo durante los últimos dos años. Primero una guardería donde dejaba a su hijo para ir al trabajo, ya que ella se negaba a cuidarlo. Luego una escuela elemental con su cancha de béisbol vacía y un par de buses estacionados, en ese instante se le vinieron a la cabeza imágenes de familias reunidas para las festividades y mientras tanto ella pensando en sus escapadas amorosas.


 Había olvidado lo seco que se tornaba el aire en invierno, se preguntó en su cabeza qué iba a hacer para la cena de navidad o sí de verdad iba a haber una. Se regocijó cuando entraron por la US-59 y pasaron por la zona de la prisión de Palomar Cove. Había olvidado lo cerca que se encontraba su vecindario de aquella prisión, antes de cruzar había un aviso de prohibido recoger autoestopistas en dicha zona. Se rió porque nunca imaginó recoger a nadie que estuviera solo caminando en una autopista. El paisaje continuó hasta que la nieve se hizo cada vez más predominante. El oficial Waite recibió un llamado del Sheriff por el radioteléfono, éste le preguntaba si se encontraban cerca, la afirmación era un código entre policías, pero lo había entendido a cabalidad. Justo en ese momento también escuchó que el Sheriff recomendaba ir despacio porque un frente frío había comenzado y se estaba formando otro temporal. Mike Waite pensó que lo más saludable para su pasajero era que redujera la velocidad y le ofreciera un café. Bernardo se negó aunque le pidió más fuego para prender otro cigarrillo, el oficial le entregó el encendedor y bajó la ventana un poco para que el humo circulara y saliera del vehículo. Mientras tanto, Bernardo reproducía en su cabeza diferentes situaciones de su esposa con el otro tipo. Estaba seguro que ella se dirigía al Motel 8 que se encontraba en el límite con Missouri City a las afueras del condado. Era chistoso como se la pasaba encontrando pequeños jabones en su baño con el logo de ese lugar, sin siquiera el más leve deseo de ahorcar a su mujer. Miró hacía la espesa blancura y vio un vendaval de hielo que se aproximaba, entonces despidió una bocanada de humo y se hizo una imagen mental de los cuerpos congelados mientras observaba los copos de nieves que rozaban contra el vidrio panorámico. Enseguida se le dibujó una sonrisa en el rostro y le preguntó al oficial: ¿Y usted qué hará en la nochebuena?

Por: Guillermo Palacio

jueves, 18 de noviembre de 2010

Oh Capitán, mi capitán


Recuerdo muy bien la crisis que vivimos toda la cultura juniorista cuando en el 2006 y 2007 el equipo no clasificó a cuadrangulares. La tabla de descenso se inclinaba hacía nosotros y los refuerzos que llegaban no rendían. Pasaron técnicos, jugadores y hasta se habló de maldiciones y conjuros para explicar por qué el Junior de Barranquilla no podía conseguir el sendero victorioso. Sin embargo a comienzos del 2008 el alcalde Alejandro Char entregó al pueblo barranquillero la noticia más relevante de la institución en los últimos años, Giovanni Hernández vendría a capotear los malos resultados del equipo tiburón. Al principio muchos estaban escépticos de un jugador que en Colombia había demostrado condiciones, pero nunca había asegurado su gran calidad. Había pasado por varios equipos y llevaba varios años siendo figura en el exterior. No niego que en esa época el gran Gio no era 'santo de mi devoción', pero desde que se enfundó la camiseta rojiblanca mi concepto sobre él cambió radicalmente. Ver cómo un jugador sudaba, se ganaba cada centavo que vale y corría a través de los 90 minutos sin siquiera recriminarle a nadie. Desde el principio, el 10 se ganó a la afición y demostró que el Junior se convertía en su nueva casa luego de que en el país no fuera tan querido y más aún en su propia tierra, el Valle del Cauca. Giovanni se reafirmo como ídolo nacional en Barranquilla, la ciudad le abrió los brazos y él se lanzó como cualquier hijo pródigo de 'la Arenosa'. Con el paso del tiempo demostró ser el eje de un equipo que comenzó a jugar estructuralmente y con una exquisitez en el trato de la pelota. Con Giovanni volvieron los goles de tiro libre luego de que en la década de los 90 Valenciano acostumbró a la afición a ver una falta cerca al área como medio gol. Asimismo, Giovanni le dio un orden el medio campo y por fin el equipo tuvo un referente claro, no uno de esos que sólo rinden un sólo semestre. Ahora nos encontramos ante la posible salida del capitán de un equipo que no sólo supo salir de la zona de descenso, sino que nos llevó a dos finales. Igualmente, el semestre pasado nos otorgó la gran satisfacción de la sexta estrella y permitió que jugadores de la casa como Teófilo Gutiérrez y Carlos Bacca madurarán y se convirtieran en verdaderos artilleros. La verdad Giovanni ha cumplido su labor a cabalidad y no se necesita titubear sobre su renovación. El nuevo presidente quiere apostarle a la cantera, pero que mejor posibilidad de darle un referente a la cantera que el gran Giovanni Hernández. Él puede ser el guía de varios muchachos que empiezan y será el gran maestro para los que vendrán. Sería injusto quitarle a un jugador el privilegio de jugar una Copa Libertadores por la que tanto luchó, para que vengan nuevas hordas de jugadores a los cuales la camiseta no les importa un bledo y salgamos eliminados en primera ronda. No importan cuánto cueste Giovanni, él merece eso y mucho más. Por favor Familia Char abran los ojos y no irrespeten a este gran jugador, tal vez el jugador de la década del Junior ¡Oh capitán, mi capitán la hinchada reclama tu continuidad!