jueves, 18 de noviembre de 2010

Oh Capitán, mi capitán


Recuerdo muy bien la crisis que vivimos toda la cultura juniorista cuando en el 2006 y 2007 el equipo no clasificó a cuadrangulares. La tabla de descenso se inclinaba hacía nosotros y los refuerzos que llegaban no rendían. Pasaron técnicos, jugadores y hasta se habló de maldiciones y conjuros para explicar por qué el Junior de Barranquilla no podía conseguir el sendero victorioso. Sin embargo a comienzos del 2008 el alcalde Alejandro Char entregó al pueblo barranquillero la noticia más relevante de la institución en los últimos años, Giovanni Hernández vendría a capotear los malos resultados del equipo tiburón. Al principio muchos estaban escépticos de un jugador que en Colombia había demostrado condiciones, pero nunca había asegurado su gran calidad. Había pasado por varios equipos y llevaba varios años siendo figura en el exterior. No niego que en esa época el gran Gio no era 'santo de mi devoción', pero desde que se enfundó la camiseta rojiblanca mi concepto sobre él cambió radicalmente. Ver cómo un jugador sudaba, se ganaba cada centavo que vale y corría a través de los 90 minutos sin siquiera recriminarle a nadie. Desde el principio, el 10 se ganó a la afición y demostró que el Junior se convertía en su nueva casa luego de que en el país no fuera tan querido y más aún en su propia tierra, el Valle del Cauca. Giovanni se reafirmo como ídolo nacional en Barranquilla, la ciudad le abrió los brazos y él se lanzó como cualquier hijo pródigo de 'la Arenosa'. Con el paso del tiempo demostró ser el eje de un equipo que comenzó a jugar estructuralmente y con una exquisitez en el trato de la pelota. Con Giovanni volvieron los goles de tiro libre luego de que en la década de los 90 Valenciano acostumbró a la afición a ver una falta cerca al área como medio gol. Asimismo, Giovanni le dio un orden el medio campo y por fin el equipo tuvo un referente claro, no uno de esos que sólo rinden un sólo semestre. Ahora nos encontramos ante la posible salida del capitán de un equipo que no sólo supo salir de la zona de descenso, sino que nos llevó a dos finales. Igualmente, el semestre pasado nos otorgó la gran satisfacción de la sexta estrella y permitió que jugadores de la casa como Teófilo Gutiérrez y Carlos Bacca madurarán y se convirtieran en verdaderos artilleros. La verdad Giovanni ha cumplido su labor a cabalidad y no se necesita titubear sobre su renovación. El nuevo presidente quiere apostarle a la cantera, pero que mejor posibilidad de darle un referente a la cantera que el gran Giovanni Hernández. Él puede ser el guía de varios muchachos que empiezan y será el gran maestro para los que vendrán. Sería injusto quitarle a un jugador el privilegio de jugar una Copa Libertadores por la que tanto luchó, para que vengan nuevas hordas de jugadores a los cuales la camiseta no les importa un bledo y salgamos eliminados en primera ronda. No importan cuánto cueste Giovanni, él merece eso y mucho más. Por favor Familia Char abran los ojos y no irrespeten a este gran jugador, tal vez el jugador de la década del Junior ¡Oh capitán, mi capitán la hinchada reclama tu continuidad!

lunes, 8 de noviembre de 2010

El vivo vive en Colombia


Venía cocinando en mi mente hace rato un artículo que nos reflejara y nos hiciera caer en la cuenta de qué es ser colombiano, sin embargo luego de tantas lecturas y experiencias vividas me percaté de que la colombianidad es una complejidad triste y melancólica. Siempre ensalzamos los logros de los colombianos en el exterior, pero nunca hemos exaltado nuestros logros a la hora de construir país. Creemos que un lema como el de "Colombia es pasión", primero nos define y segundo nos abarca a gran cabalidad, pero qué es eso, sino una gran falacia.

Hace un año trabajé para una editorial durante la Feria del Libro de Bogotá, en mi labor tenía que vender los títulos que se ofrecía y debía ser responsable y cumplir con mi labor. Durante dos semanas estuve pendiente madrugando e intercalando el oficio de vendedor con el de estudiante, sin embargo varios de mis colegas en las ventas no pensaban lo mismo. Muchos de ellos también eran estudiantes o personas que realmente necesitaban el dinero para algún gasto, en mi caso yo lo hacía por la experiencia y con la intención de enrolarme un poco con uno de los procesos de edición del libro. Al final de la temporada varios de mis colegas terminaron despedidos o con multas debido a problemas asociados con retrasos o malos consejos al momento de vender, incluso por llegar borrachos al trabajo. En ese instante me pregunté en dónde estaban aquellos que se quejaban del desempleo en el país, si cuando hay trabajo lo desaprovechan. Algunos vendedores odiaban salir de Corferias vistiendo la camiseta con el logo de la editorial y por eso al primer esbozo de cierre se levantaban la franela, a mí simplemente no me molestaba. Yo era quién menos necesitaba del dinero y quien se lo ganó con más respeto.

Hoy en cambio asistí a la universidad para una clase de mi pénsum de esas que se denominan "de relleno" que se llama Historia Económica General. La semana pasada estuve en la clínica en dos ocasiones por cálculos renales y había estado ausente en las sesiones anteriores de la materia por lo cual no había podido presentar una exposición sobre uno de los capítulos de un libro que tocaba leer. Con excusa médica en mano y un cálculo no expulsado en mi ureter asistí a clase para realizar mi exposición, pero me encontré que muchas personas que se habían hecho en grupos o parejas para exponer se había ausentado o dejado a un solo miembro que descaradamente no podía realizar el trabajo completo. En esos momentos me dio rabia haberme levantado temprano, tomar analgésicos y morderme la lengua ante el dolor para captar que muchos otros se burlan y mofan de las normas simplemente por pereza o mediante la ley de mínimo esfuerzo. Por lo tanto, ¿serán esas las características que definen al colombiano?

Hace unas semanas me topé con un artículo de la edición de "Ideas para cambiar país" de la revista Semana, en ella Hernán Zajec, el productor de El Siguiente Programa y El Profesor Súper O, escribió sobre la importancia de generar una modificación por dentro de cada uno. Esa ley que todos aprendemos en la que el vivo vive del bobo, es una desgracia para la vida en comunidad. La verdad es que es una mentalidad que se jacta de la cultura del atajo y de quien saque mayor provecho es lo que más jodidos nos tiene. No se puede confiar en nadie y siempre habrá alguien que responda por los actos de uno. Como dicen: "siempre habrá alguno por ahí que pague los platos rotos". No nos interesa el bienestar común que se pueda lograr sino el personal y un malestar general que no nos toque. Que rabia produce que alguien se cuele en una cola o que cuando se maneja alguien le atraviese el carro para pasar primero. Yo, yo y yo. El egoismo y nuestra supuesta gran viveza nos está carcomiendo vivos y por eso es que no progresamos.

Tal y como dice el poeta Juan Manuel Roca: "Colombia es el país de Sísifo: todos los días subimos la piedra a la cima y la vemos rodar, no hay continuidad en las cosas, todos los días volvemos a reempezar, sobre todo en la cultura". Por eso puede que Colombia sea un país en guerra que supuestamente nos tiene a todos en un estado de congelamiento y el progreso no prospera. Pero también se le pueden achacar los problemas de ser ser un país tercermundista y un país donde la problemática social nunca dejará levantar cabeza. No obstante, la mentalidad y el sentido de pertenencia a una sociedad pueden ser móviles hacia el mejoramiento de una sociedad. Debemos saber quiénes somos, de dónde provenimos y hacía donde queremos ir todos como país, no como entes egocéntricos, avaros y vivos. Dejemos a un lado esa figura, que por vivir tanto del bobo, el vivo cada vez más vive en un sitio peor. Llegaremos a un punto en que los bobos se acabarán y ¿qué terminarán haciendo los vivos de este país?