lunes, 23 de febrero de 2009

Artículo sobre las tildes


Encontré este artículo en la revista Semana muy interesante y que le debería interesar a todo futuro editor:

Sin tilde
Los jóvenes de hoy no tienen ortografía. Muchos le echan la culpa a las nuevas tecnologías, pero el verdadero problema está en el aula de clase.
Sábado 21 Febrero 2009



No es lo mismo revólver que revolver. Pero eso a los jóvenes de hoy, a la hora de escribir, parece tenerlos sin cuidado. Hay consenso entre los padres de familia, los profesores y expertos en la lengua acerca del desprecio de la juventud por la ortografía. El problema no se limita a las tildes, que para muchos alumnos son "una mamera", sino a la confusión con la C, la S y la Z, y el uso de la H. "Escriben cosas como 'eso no se ase' o 'ay situaciones', lo cual es terrible en un universitario", señala la docente Marina Camargo. El problema continúa cuando empiezan a trabajar como profesionales. "Pueden tener un MBA y todavía no saben qué es una palabra aguda o esdrújula", afirma Fernando Ávila, autor de Gramática para Dummies. "Algunos escriben todo en mayúscula para no tener que poner las tildes", algo que se usaba en los tiempos de la máquina de escribir, pero que hoy está mandado a recoger.
La mayoría cree que este problema ha sido ocasionado por el chat, el mensaje de texto y el e-mail, medios con los cuales los jóvenes abrevian palabras: escriben 'k' en lugar de 'que' y emplean símbolos como TKM para decir 'te quiero mucho'. No obstante, los expertos consultados opinan que la red no es la culpable, aunque algo puede incidir. Para ellos, los jóvenes saben reconocer el contexto en el que hablan y ajustan el código a cada situación, de la misma manera en que una persona de hace 50 años escribía un telegrama diferente a una carta. Además, señalan que esa forma de escribir los diferencia de los adultos. "Por eso no debería alarmarnos la manera como escriben por Internet. Lo preocupante sería que presentaran un texto formal de la misma manera en que escriben un chat", dice María Bernarda Espejo, docente e investigadora del Instituto Caro y Cuervo. Las nuevas tecnologías influyen pero de otra manera. Una es el mal uso del corrector de ortografía del procesador de palabras, herramienta en la que se recuesta hoy casi todo el mundo para corregir un texto. Ávila señala que esta ayuda es maravillosa en ciertos casos, por ejemplo, cuando la persona escribe 'ilución' y no 'ilusión'. Pero en otros, puede pasar por alto una tilde que cambia el sentido de toda la frase, porque reconoce el vocablo como correcto (como en el caso de 'médico' y 'medicó'). Lo mismo sucede con palabras homófonas que se escriben diferente, como 'casa' y 'caza' (en español americano). Una investigación del Ministerio de Educación en la que tomaron una muestra de los relatos suministrados por estudiantes a un concurso de cuento mostró que "los estudiantes dejan la revisión de sus textos al computador, por lo cual incurren en errores de contexto que distorsionan el sentido", afirma Mónica López, directora de calidad del Ministerio de Educación. Aunque hay una correlación entre la mala ortografía y no leer, el problema de los estudiantes de hoy tampoco se debe sólo a la falta de lectura porque "para una correcta ortografía se necesita también tener memoria gráfica. Hay muchos que no la tienen y son buenos lectores", enfatiza el profesor Cleóbulo Sabogal, jefe de información y divulgación de la Academia Colombiana de la Lengua. Tal vez lo que más ha incidido en la mala ortografía de hoy es que la enseñanza de las normas ya no se hace de manera tan insistente como en épocas pasadas. Según Rosa Julia Guzmán, directora de la maestría en pedagogía de la Universidad de la Sabana, con la metodología constructivista, mediante la cual el sujeto construye el conocimiento, se forjó "una tendencia a no enseñarla porque el profesor, erróneamente, supone que el niño la va a aprender solo", afirma Guzmán. Agrega que los docentes no saben cómo se enseña el tema. "Lo único cierto es que no es un asunto de simple repetición", explica.Por último, el estudio del Ministerio de Educación mostró que la escritura se está viendo como un producto final y no como un proceso, lo que implica que los jóvenes de hoy no revisan sus textos para reescribirlos sino que los entregan de una vez. Según López, los resultados del estudio del concurso de cuento servirán para poner correctivos y poner más énfasis en el aula de clase, pues el estudiante debe conocer los límites de las herramientas de corrección de las nuevas tecnologías. Y entender que, más que un irrespeto con el lector, el problema de no escribir con las normas ortográficas es que el sentido del mensaje que quieren enviar podría tergiversarse y ponerlos en aprietos.


Tomado de http://www.semana.com/noticias-vida-moderna/tilde/120985.aspx

Un lunes negro de carnaval

Odio madrugar un lunes de carnaval, sabiendo que en Barranquilla muchos todavía siguen bebiendo desde la noche anterior. Odio no estar gozando de la fiesta. Odio tener que observar la neblina en los cerros mientras voy montado en el bus. Odio no contemplar el sol sobre el cielo ribereño de mi ciudad. Odio mirar el reloj y ver pasar los minutos con retraso. Odio tener conciencia entre el día y la noche, me hace falta la parranda continua, me hacen falta mis cuatro días de carnaval.
También me molesta el magro sabor de la rutina y me duele la ausencia del fervor y la felicidad del pueblo 'quillero'. El café de esta mañana no me sabe a ron, ni siquiera el pan me supo a bollo e' yuca, y el almuerzo está distante del sabor de una butifarra para levantar el ánimo y una picada de chicharrones para espantar la borrachera. En Bogotá estoy embriagado, pero de tristeza. Los ecos del carnaval se cuelan por todas partes. Se ensañan en las vallas y hasta en las ofertas de las supermercados, pero de qué sirve tal publicidad en una ciudad en donde no hay carnaval.
Durante estos días me convierto en un cachaco con mirada despectiva hacia la Costa Norte colombiana. No me interesan las noticias, ni los paneos de una cámara en los desfiles, no me interesa hablar con mis amigos, ni siquiera contestar el celular. Descuelgo el teléfono cuando arribo al apartamento y no abro los mails, ni leo los mensajes dejados en facebook. Me exilio de mi tierra por unos dias y al contrario de Joselito revivo el martes de carnaval para preguntar por el guayabo del cierre de las festividades.

lunes, 16 de febrero de 2009

Paseo a la galeria CASAS-RIEGNER


Estuve ausente la clase en que se entregaron las coordenadas para realizar el trabajo de la teoría situacionista, sin embargo cuando arribé a la ciudad me enteré sobre la actividad que se debía realizar y mis compañeras tenían un bosquejo del video. La idea era recorrer un trayecto de tal forma que el azar y las diferentes variables que un paseante normal se encuentra en el camino, generaran una situación. En este sentido, mis compañeras habían escogido la óptica que brindarían unos niños si ellos hicieran el recorrido y visitaran la galeria. La pregunta que surgió fue: ¿Cómo observa un niño el mundo caminando y qué contemplaría en una galeria?


Los niños escogidos fueron los hijos de nuestra compañera Andrea. Lucas que tiene cinco años y Matías, cuatro. La intención era hacerlos caminar desde la guarderia de Matías que está ubicada a una cuadra y media de la galeria Casas-Riegner. La hora escogida fue las 2:30 pm, ya que es el momento en que Matías sale de la guarderia y Lucas ya ha llegado del colegio y ha almorzado. En este punto sabíamos que queriamos a los niños filmando, pero no teníamos la menor idea de cómo ibamos a editar el material, ni qué música añadir. Nos confiamos de generar las ideas luego de ver las grabaciones.


Matías salió de la guarderia y afuera lo esperaba el grupo con Lucas. Lo peculiar fue observar la salida de los niños uniformados y un pequeño Superman abriendose paso hacia su mamá. En ese instante le entregaron las cámaras a los niños y les explicaron el concepto de la filmación. Ellos iban a caminar cuadra y media hasta la galeria e iban a filmar lo que quisieran. En total, habían cinco cámaras, las distribuimos de tal forma que se pudieran tomar fotos y otros videos para poder contrastar con el video.


Los niños salieron y encendieron sus cámaras, el primero que arrancó fue Matías y Lucas lo filmaba desde atrás. No obstante, hubo un descuido por parte del grupo y el pequeño Superman salió volando hacia el piso. La cámara de Lucas pudo grabar el preciso momento en que ocurría el accidente, pero la cámara de Matías se disparó y cayo en el piso borrando los segundos que el pequeño había grabado. El accidente, tuvo un poco de ayuda para la actividad porque nos dio unos visos de lo que podia ser el video. Además demostró el azar, yo pienso que en su máxima expresión.


Luego de este accidente corrieron unos segundos en que la cámara de Lucas dejó de grabar y ésto no se pudo percatar sino unos segundos después. De igual forma, Matías se fue en los brazos de su mamá y grabó todo desde esa perspectiva, lo que nos brindó tanto la mirada de un niño caminando como la de uno en brazos. Y más adelante, se grabó desde otro punto de vista cuando durante el recorrido pasó a estar en hombros.


Algo que llamó la atención de Lucas fue su curiosidad con las cosas. Como por ejemplo si había una reja introducía la cámara por las aberturas o si había un hoyo en la pared, igual. También grabó todas las motocicletas que pasaban o se encontraban parqueadas y le gustaba enfocar a los transeúntes que iban caminando o estaban parados en la calle.


Una vez se llegó a la galeria, Matías se bajó de los hombros y como sentia unos calambres se arrodilló y comenzó a arrastrarse en rodillas por todo el lugar. Grabó unas esculturas y unos cuadros desde lejos, aunque en algunos se acerco un tanto. Lucas en cambio, se acerco a grabar todo lo que pudo. Fue más quisquilloso y hasta filmó los videos de seguridad del guardia. Mas aún intentó subir para grabar unas flores que estaban en el descanso de la escalera, pero el guardia se lo prohibió. Igualmente, le fascinaron unos dibujos de motocicletas, pero como estaban tan altos para su estatura, dejó a la cámara a un lado y se empinó para contemplarlos.


Matías se acercó mucho más a las obras cuando se juntó con su hermano. Llegaron a tocar una exposición de plumas y se les tuvo que advertir. Y entre los dos se enseñaron lo que más les había gustado.


Una vez se terminó de grabar el grupo se reunió para descargar todas las grabaciones. Cuando se pudo contemplar todo el material que se tenía, entonces se decidió que el video iba a parecer un videojuego y que se aprovecharía el accidente de Matías. Al mismo tiempo los niños hicieron el dibujo del mapa de su recorrido, claro está, con la asistencia del grupo y al final se editó el video y quedó como se pudo observar en la presentación.

Fui testigo de un maestro


A muchos artistas no les gusta ostentar el rótulo de maestro. A pesar de llevar varias obras consagradas dentro de un medio y de contar con aspectos novedosos e importantes dentro de algún campo, muchos se rehúsan a ello. El mismo periodista español, Ramón Chao, demostró su desagrado en un conversatorio con José Alejandro Castaño, el ex editor general de El Heraldo. Chao corrigió a Castaño cuando éste se refirió a él como maestro y le contestó de una manera graciosa que los únicos maestros se encontraban en los colegios y universidades. Sin embargo, no concuerdo con el señor Chao debido a que durante el Carnaval de las Artes tuve el honor de contemplar a un maestro de la música. El flautista Johnny Pacheco.

Tal vez, lo mejor que tuvo el festival, desde mi perspectiva, fue la noche del jueves 5 de febrero. Ya que en un mismo escenario se reunían los orgullos musicales más importantes de Republica Dominicana. Pacheco consagrado en el ambiente de la música charanguera y uno de los gestores del termino salsa acuñado durante la década de los sesenta. Y en el otro lado, Luis Kalaff, uno de los compositores de boleros más importantes de mediados del siglo XX, y autor de canciones que han enamorado a muchas parejas. Ambos coincidieron esa noche en el teatro municipal de Barranquilla para rendirle un homenaje a los salseros y boleristas de verdad.

‘Mi gente’ está presente
Pacheco arribó con un bastón al escenario, a sus 74 años de vida y la rumba permanente que mantuvo durante gran parte de su vida profesional han dejado huella en su salud y semblante. Sentí una emoción muy fuerte al poder contemplar al señor que tantas noches de goce y minutos de alegría me ha brindado con sus composiciones. El estruendo de aplausos irrumpió en el Amira de la Rosa y los asistentes se levantaron de los asientos por más de un minutos para homenajear al maestro.

El reconocido director de la Fania All Stars enseñó la palma de la mano en un gesto de agradecimiento y luego se sentó al lado del crítico musical, Adlai Stevenson. Pacheco sonrió y le agradeció al publico diciendo: “Mi gente está presente”; mientras mi mirada no se distanciaba de su cabellera blanca. La misma cabellera que había visto en los videos viejos de la Fania.

Pacheco se sentó mientras era entrevistado por Stevenson. Relató los inicios del sello discográfico La Fania Records que fundó hacia el año 1963 junto con Jerry Masucci. Y dijo como entre ellos sortearon las dificultades que significaba el hecho de abrirse campo en el mercado estadounidense. Ya que no tuvieron mucho apoyo financiero y vendían los discos puerta a puerta y en un carro.

Asimismo, contó una serie de anécdotas sobre la Fania All-Stars, que fue la orquesta que armó con los artistas más importantes de la disquera, entre ellos Héctor Lavoe, Celia Cruz, Rubén Blades, y muchos otros. La anécdota que hizo reír al público fue una que ocurrió mientras se encontraban en África promocionando la salsa junto con James Brown. El hecho fue que mientras estaban ensayando les advirtieron que las personas se robaban los micrófonos y los equipos, entonces Pacheco estuvo vigilante. De repente observó que un tipo se alejaba con un trombón y pidió que lo retuvieran. Pero cuando éste se volteó se percató de que era el mismísimo Willie Colon, famoso trompetista de la orquesta.

¡Acuyuyé! en Barranquilla
Las personas a mi alrededor suspiraban con las canciones que el arreglista barranquillero Hugo Molinares tocaba con su orquesta para deleite del maestro. Pacheco escuchó varias de sus composiciones y las cantaba con una sonrisa en su rostro. “La esencia del guaguanco”, “Sofrito” y “Quimbara”. Pero lo sorprendente de la noche fue cuando se rememoró la canción “Acuyuyé”, una importante composición que nunca falta en los carnavales barranquilleros.

Pacheco explicó el termino africano ‘Acuyuyé’ que traduce alegría y se emocionó cuando le contaron lo importante que es la canción para el pueblo barranquillero. En esos momentos Hugo Molinares comenzó con los primeros acordes de la canción y Pacheco le pidió el favor a Stevenson de que lo ayudara a levantarse. Cuando estuvo en pie se encamino hacia la orquesta e intervino mientras les dio órdenes a los músicos y comenzó a dirigirlos. El público se extasío y miles de personas saltaron de sus asientos para bailar en los pasillos del teatro. Una señora que se encontraba de luto bailó frente a las cámaras del canal Caracol y pude observar como Heriberto Fiorillo se retiraba las gafas para secarse unas cuantas lágrimas.

Por mi cabeza rondaban las viejas imágenes que había visto de la Fania y de Pacheco, asimismo los días en que me apresuraba para encender el equipo de sonido y colocar una salsa charanguera. Recordé a mi padre, quien no estaba a mi lado en ese instante y a mis conocidos salsómanos. Observé que el teatro se reventaba y recordé cómo había odiado nunca haber escuchado en vivo a Los Beatles, a Nirvana, a Jimmy Hendrix, pero me sentí a gusto cuando dejé de pensar en eso y el sonido de la flauta de Pacheco resonó. Las personas habían dejado de bailar y observaban al maestro desenvolver la sinfonía de ‘Acuyuyé’. En ese instante mis ojos se empaparon y caí en la cuenta de que me encontraban ante el gran maestro de la salsa.

miércoles, 11 de febrero de 2009

Un primer bocado del carnaval de las artes

Las puertas del teatro Amira de la Rosa se abrieron el pasado miércoles para dar inicio al evento cultural que antecede las fiestas carnestoléndicas barranquilleras: el Carnaval de las Artes. Este festival realizado por la Fundación La Cueva lleva tres años consecutivos rindiéndole homenaje a los protagonistas del campo de las artes y rodeando el evento bajo el manto de la fiesta más grande del litoral atlanticense.

Durante cuatro días las personas disfrutaron de un evento sin precedentes en la ciudad, ya que la idea del Carnaval de las Artes nació en respuesta a la poca actividad cultural de Barranquilla. No obstante, ha crecido de una manera tan desbordante que invitados de la talla de Roberto Saviano, Sylvia Kristel y Johnny Pacheco, entre muchos otros, aceptaron asistir a la versión del presente año.

Uno de los aspectos más interesantes del Carnaval se reflejó sobre los espectadores, debido a que quien ingresaba a los conversatorios y conciertos se percataba de que en el escenario no estaban los únicos personajes del evento. Se pudo observar a Osama Bin Laden junto a un George Bush criollo y un Barack Obama, que no hablaba inglés, que prometían un pacto de paz. De la misma forma, entre los palcos una Celia Cruz bailó al son de la orquesta de Hugo Molinares. Como también, hubo más de uno que se sorprendió cuando un descabezado, una marimonda o un torito se le sentó en la silla de al lado. Asimismo muchos cayeron en la trampa de unos reporteros de CNN quienes entrevistaban a cualquiera haciéndoles creer que saldrían al aire en el noticiero.

Aunque lo novedoso este año fue la programación infantil denominada, Fantástico. El evento se llevo a cabo en el quiosco de los jardines del Amira de la Rosa, en donde se armó un parque de diversiones con una decoración que oscilaba entre lo fantástico del mundo de las hadas y lo carnestoléndico. Miles de pequeños se congregaron para ser partícipes de talleres, cuentos, títeres y música, que dictaron personajes como: Jairo Aníbal Niño, Aníbal Tobón, el Mago Borletti, y el grupo de teatro la Libélula Dorada. El último día, se dio como primicia la lectura del cuento “Sarah y la ballena” por parte de su autor, el escritor Efraim Medina.

El ambiente que se gestó en el teatro municipal de Barranquilla fue de fiesta y jolgorio. La gente asistió disfrazada para no pagar la entrada, aunque muchos corrieron a comprar una mascara o una careta a los artesanos que se encontraban en la pequeña feria asentada en los jardines del teatro. Otros entregaron una donación para asistir a los diferentes programas del festival. Y otros cuantos se quedaron con la expectativa de lo que traerá la edición del Carnaval de las Artes del próximo año.